Armonía Quebrada - segunda parte
La familia Leziel, descendientes por el lado materno del Aga Khan III - una rama real y glamourosa de la dinastía - y del lado paterno de una humilde familia francesa, aunque su humildad yacía en sus asuntos financieros pues eran pobres de francos, pero no de su auto creencia, o como dirían algunos, su arrogancia. Milianne era la primera y única hija en su familia de cinco hermanos más, hija querida y adorada por sus padres, de forma que le protegían más de lo habitual y le trataban como si fuera la princesa que hubiera sido en aquel universo paralelo en el cual sus padres estaban al revés. Sin embargo los hermanos, cado uno con su defecto a los ojos de su padres, guardaban rencor a su hermana y a lo largo de su vida le habían intentado amargar cualquier relación que tuviera, incluso la de ella y los padres. Se sentía atrapada a la vez por el amor y el odio que le vinculaba a su entorno. Había estallado discusiones anteriormente pero nunca como sucedió la semana pasada en la sala de estar en su finca en la afueras de San Tropéz. Antón, su hermano menor, relató a la familia entera mientras esperaban a Milianne, cómo le había visto en un restaurante exclusivo con un hombre en sus brazos que parecía de otro mundo. Exquisitamente vestido pero con cara de salvaje, su pelo negro sensualmente rizado caía hacia atrás donde lo acariciaba la mujer. Contaba como se besaban sin hacer caso a la gente de alrededor, como le miraba el hombre con adoración perdida. Al llegar a la sala Milianne notó un aire pesado. Habitualmente se ponía nerviosa, a punto de estallar en cólera, pero esta vez era diferente, no veía la mirada protectora de su padre ni la preocupada de su madre. “¿Quien es ese vagabundo con el que has comido hoy en el puerto?”, le interrogó su padre. Una sonrisa maliciosa se deslizó desapercibidamente por la cara de Antón mientras los otros se miraban entre ellos. “Eso es asunto mío y no pienso darles más explicaciones, ya basta con estas..”, “¡basta nada!, nos vas a contar ahora mismo como has quedado con ese hombre” interrumpió uno de los hermanos. Milianne se movía hacia la puerta pero Antón le cortó el paso. “Ese hombre te esta engañando, le conozco de la dársena, trabajaba en el área de carga por el día, y luego de noche, te aseguro que no quieres saber de lo que trabajaba”, esta última frase la escupió con una malevolencia poco disfrazada. Su ira se convirtió repentinamente en lágrimas y se sintió escurrirse la energía de su cuerpo. No podía luchar más.
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